El despido disciplinario es una medida excepcional en el ámbito laboral, reservada para los supuestos en los que el trabajador incurre en un incumplimiento grave y culpable de sus obligaciones contractuales. Sin embargo, no siempre resulta evidente cuál es el umbral de gravedad exigido ni cuántas conductas infractoras deben concurrir para que esta medida sea jurídicamente válida.
En este contexto, surgen habitualmente dudas como las siguientes: ¿es necesario que el trabajador acumule un determinado número de faltas graves para que proceda su despido por causas disciplinarias? ¿Podría bastar una sola conducta para justificarlo?
Este artículo analiza esta cuestión a la luz del marco legal vigente y de la interpretación que de él han hecho los tribunales.
